Como pequeño avance: está siendo muy agradable. Todo fluye de una manera más sencilla que con el mayor. Por un lado, me presiono a mi misma mucho menos, me siento mucho más relajada. Por otro lado, ya domino el vocabulario y expresiones de mi día a día y de las rutinas que hago con mis hijos (aunque todavía tengo que ir leyendo el libro que escribí con las traducciones que encargué para repasar, recordar y seguir ampliando frases y nanas chulas). Y también, me encanta el hecho de que mi hijo mayor vea cómo hablo a su hermanito en inglés; me parece que le viene muy bien que me oiga decir a otro niño las mismas cosas que le digo a él.
El hablar en inglés a mis hijos fluye de una forma muy cómoda, más de lo que lo era antes de la llegada del pequeño. No sabría decir exactamente qué ha cambiado... pero creo que tiene que ver con el hecho de ver lo bien que va el mayor con el bilingüismo y tener la tranquilidad de saber que con el pequeño también irá bien aunque nosotros no hagamos las cosas a la perfección. La interacción con el mayor es totalmente en inglés y con mi nuevo bebé lo es casi siempre pero no al cien por cien, algunas veces es en español. Creo que todavía le hablo bastante en mi lengua nativa, el castellano, porque tenemos visitas de familiares y amigos hispanoparlantes a menudo y porque esta temporada he dormido mucho menos y he estado mentalmente más cansada, y además hay determinados piropos que me sale del alma decirlos en español.
Seguiré contando cómo va yendo la experiencia, mis sentimientos, qué dudas me van surgiendo, cómo van evolucionando mis hijos con el bilingüismo no nativo y qué recursos voy usando.
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