martes, 25 de octubre de 2016

¿De dónde viene mi gusto por el bilingüismo?


mamá multilingüe criando bebé en inglés no nativoEl gusto, amor, pasión o interés por las lenguas nos llega a cada uno por diferentes motivos. En mi caso fue de una forma externa, es decir, no fui yo quien empezó a sentir la necesidad de aprender otras lenguas o quien decidió que le gustaría mucho aprender a hablar en algún idioma. Fueron mi entorno y mi familia los que inicialmente me fueron llevando desde pequeña hacia este aprendizaje de segundas lenguas. Y fue posteriormente, siendo ya mayor, cuando comencé a realizar esfuerzos de motu proprio para mejorarlas.

-A los ocho años pusieron inglés en mi cole dos horas por semana. Todavía hoy recuerdo los personajes del libro de texto y los vídeos de una bruja que íbamos a ver cuando nos portábamos bien en clase.
-Los veranos tocaba ir un mes a un campamento donde aprendíamos inglés y todos los profesores eran nativos. Los amigos que hice, amigos para toda la vida. Además, el campamento me hizo darme cuenta que el inglés servía para comunicarse. 
-A los 14 años empecé la Escuela Oficial de Idiomas, el lugar donde mi inglés creció de forma exponencial y del que guardo buenísimos recuerdos.
-Tras dejar el inglés durante un tiempo, comencé mi carrera universitaria de magisterio donde de nuevo volví a mejorar en esta lengua y fue el momento en el que sentí la necesidad de perfeccionarla ya que supe que cuanto mejor la dominara, antes encontraría trabajo.
-A partir de entonces, durante cuatro veranos fui monitora acompañante de adolescentes que iban a aprender inglés a Irlanda o Inglaterra. Era un trabajo realmente bueno. Además de disfrutar con los chavales y ganar algo de dinero, yo misma perfeccionaba mi vocabulario y pronunciación al vivir con una familia, al tener que solucionar los problemas de los chiquillos y al estar constantemente con los monitores de la escuela donde iban a aprender inglés. Estos veranos me hicieron mejorar el inglés hasta el nivel que tengo hoy en día y madurar mucho, ya que había situaciones tensas y problemas importantes para los cuales había que tener un nivel de madurez importante, una buena capacidad de gestión y buena relación con los adolescentes.
-Durante la carrera también conseguí dos becas para marcharme otros dos meses a aprender inglés en el extranjero, esta vez siendo yo la alumna.
-Gracias a un convenio de mi universidad con una universidad americana, empecé a hacer intercambio de lenguas con nativos. Quedábamos, y hablábamos una hora en inglés y otra en español. Eramos todos jóvenes y fue muy divertido porque quedábamos también para salir por las noches. Tuve cuatro 'intercambios' de los cuales dos fueron muy buenos amigos, mi querida Paula y mi querido Tim.
-El último año de carrera hice prácticas durante seis meses intensivos en un colegio británico. Aprendí canciones y metodologías muy interesantes y descubrí cuentos y juegos muy buenos para mejorar como profesora. Cada vez me apasionaba más el inglés.
-Después empecé a trabajar de maestra de inglés, de primaria y de infantil (lo que iba tocando según las necesidades del centro). Me di cuenta de lo mucho que me gusta ver el proceso de aprendizaje de una lengua y que me gusta poner mi granito de arena para hacerlo de calidad.
-Y para hacerlo de calidad, me fui formando con los cursos de los centros para profesorado. He hecho muchos cursos, mejores y peores. Los que más me han gustado son los que me han ayudado a descubrir la manera de aplicar la nueva tecnología digital en el aula y la apertura de los colegios al mundo mediante diversos proyectos que no necesitan una gran infraestructura ni aportaciones económicas como Etwinning.
-Descubrí la metodología CLIL (Content and Language Integrated Learning) y conseguí una beca europea para hacer un curso con Peeter Mehisto en Finlandia. Increible, él, el curso y la ciudad en el Polo Norte. ¡Qué frío pude pasar!
-El día a día era escuchar música y leer la letra y ver películas y series en versión original. Cuando me costaba entender el acento, me lo planteaba como un reto y me ponía unos cascos para poder poner el volumen más alto sin molestar a mi familia y así entenderlo mejor.
-Con mi entonces novio, hoy marido, hacía viajes por ocio y el inglés ha estado siempre presente para poder alojarnos, comer y encontrarnos cuando estábamos totalmente perdidos.
-En uno de los centros públicos donde estuve trabajando durante tres años, la lengua vehicular era el inglés. Casi la totalidad de lo que aprendían los niños era en esta lengua. Mis alumnos cursaban 3 años, 4 años y 5 años de infantil y yo les enseñaba a sumar, a leer, a colorear, a respetarse, a hacer carreras de obstáculos... todo en inglés. Ver esta evolución en mis alumnos, fue el detonante para decidir que yo quería hablar a mis futuros hijos en inglés. Pude ver como el aprender una lengua desde pequeños y de una forma intensa, hacía que fuera un proceso muy natural.
-A raíz de los conocimientos en lectoescritura anglosajona que adquirí durante este tiempo comencé a formar a otros profesores en metodologías y recursos para enseñar inglés. Profesionalmente esto es lo que me ha llenado más hasta el momento.
-A toda esta evolución de mi aprendizaje y gusto por el inglés habría que añadirle que aprendí el castellano porque es mi lengua materna y que debido a varios cambios de residencia por España y el extranjero desde pequeña, aprendí valenciano y francés. Los dos mediante inmersión en colegio y universidad. El conocer varias lenguas y que me gusten todas ellas mucho, ha sido un pequeño quebradero de cabeza a la hora de decidir en cuál de ellas le quería hablar a mi hijo. Bilingüe sí, pero ¿en qué lenguas? En breves escribiré una entrada comentando cómo llegué a la decisión de hacerlo en inglés y no en francés o en valenciano. 

¿Qué saco de mi experiencia en cuanto al multilingüismo? Que sin duda, el aprendizaje de lenguas extranjeras tiene que estar unido al entretenimiento, al juego y al sentido y utilidad de lo que haces.

Yo quiero para mi peque algo similar. No repetir mi historia, ya que eso no tiene sentido y sería injusto. Él tiene que desarrollar sus propias aficiones. Pero en el aspecto lingüístico, quiero ser yo la que inicialmente le dé los conocimientos para hablar en inglés desde pequeño y en forma de inmersión. En el futuro, será nuestro entorno, nuestro día y día y las diferentes vivencias que tengamos lo que hará que además del inglés, conozca otras lenguas, o adquiera otras habilidades y pasiones. El dominio del inglés me parece tan importante, que no quiero dejar en manos del futuro (del futuro colegio, del futuro lugar de residencia, de si le van bien los estudios o no...) el que mi hijo lo hable bien o no. Hoy puedo hacer algo para que lo aprenda y lo use y además me apetece hacerlo. Estoy disfrutando con el proceso y él también, ya que jugamos, cantamos y nos divertimos como cualquier mamá y su hijo. El futuro nos reserva muchas cosas, muchas de las cuales van a pasar queramos o no, no podemos hacer nada para evitarlas o cambiarlas. Pero otras de esas cosas sí que podemos crearlas, dirigirlas o darles un nuevo enfoque. El que mi hijo hable inglés de una forma lo más natural posible sin ser nativo, es una de ellas. ¿Mi forma de hacerlo? Hablándole en inglés todo el tiempo desde los dos meses de edad.

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