En estos
tres años hablando a mis hijos en inglés, ha habido varios momentos en los que me he sentido muy contenta por haber tomado esta decisión.
Estos momentos se han dado sobre todo con mi hijo mayor. Aunque también hay muchos ahora con el peque porque está empezando a decir sus primeras palabras.
Son situaciones en las que he podido ver como mi hijo mayor es totalmente bilingüe. A pesar de que nosotros, sus padres, no somos hablantes de inglés nativos, él comprende el español y el inglés y lo habla como si nosotros fuéramos nativos.
Son anécdotas muy gratificantes, divertidas y que dan sentido al esfuerzo que han supuesto sobre todo los dos primeros años hablando a mis hijos en una lengua extranjera y calman todas las dudas que tuve en su momento y que poco a poco se van diluyendo con los grandes avances en el desarrollo del lenguaje de los peques.
En concreto, el otro día, fuimos al oculista para echar un vistazo a los ojos del mayor. Con tres años, no sabía bien cómo iban a mirarle si tenía dioptrías o no, pero fue sencillo.